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Materias Primas

El súper ciclo de materias primas que finalizó en el año 2008 con la crisis financiera ha sido el último al que se han enfrentado las materias primas, pero todo parece indicar que nos enfrentamos a uno nuevo a medida que los precios de las materias primas alcanzan máximos históricos.
Las materias primas son de ciclo largo por naturaleza, una vez que el mercado entra en un rango de precios bajo, las inversiones huyen de ese mercado para evitar una producción no rentable. Esto ayuda a agotar la oferta del mercado y crea un nuevo equilibrio que se convierte en un fondo cíclico.
Cuando los precios comienzan a subir, existe un incentivo para un mayor gasto de capital para aumentar la producción. Durante este período, los precios suben aún más, trayendo más oferta al mercado.
Según el índice de materias primas de Bloomberg, el precio de los recursos primarios ha aumentado un 44% desde sus mínimos de 2020. Por ejemplo, el valor de los cereales subió un 220% en un año, su nivel más alto desde 2016. El petróleo trepó un 30% en el último año. La madera de construcción triplicó su valor en los últimos 12 meses.
En el caso de los alimentos como el azúcar, la soja, el maíz y el trigo los precios están impulsados por la escasez de contenedores y los cuellos de botella en los puertos. Es decir, no solo es difícil conseguir la materia prima, también es difícil recibirla.
La escasez de materias primas como el petróleo afecta negativamente la producción de productos plásticos, lo que derivó en un aumento inesperado en los precios de las resinas plásticas, un elemento clave durante la epidemia de Covid-19 ya que las resinas se utilizan para crear equipo médico como mascarillas, al igual que en envases de productos de limpieza.
Como solución, en lugar de importar resina de los Estados Unidos, los comerciantes chinos han exportado material producido regionalmente, agotando así sus propios inventarios, reduciendo así los suministros locales y ejerciendo presión al alza sobre los precios de la resina asiática.
Nos encontramos ante una falta de oferta para dar respuesta al cambio estructural en la demanda. El gasto de capital en materias primas ya era bajo antes de la epidemia, y la producción ha caído aún más en los últimos meses a medida que los productores priorizan el mantenimiento de las operaciones ya existentes, retrasando los nuevos encargos.
Esto puede traducirse en desabastecimiento de productos esenciales como envases, alimentos o productos de higiene y limpieza e incluso, el aumento de precios en metales y tierras raras indispensables para fabricar baterías y equipos de energía renovable también podría alejar el objetivo de conseguir la sustentabilidad energética.